La Quesera en invierno. Dos imágenes que pudieran parecer B&N, pero os aseguro que tienen todo el color que había en la realidad, bajo la tempestad; el frío y el viento eran tan intensos que apenas podía aguantar diez minutos fuera del coche y tenía que apoyarme sobre el trípode para evitar que rodara con la cámara ladera abajo.
Las faldas del Pico del Lobo en plena tormenta de otoño.